Hoteles que son más que cuatro paredes, son lugares con historias dignas de ser contadas y vividas.
El entorno y la historia, expresados a través de una serie de objetos icónicos, han dado forma al carácter de cada uno de nuestros hoteles.
Antes de transformarse en hotel, el Palladio vivió una larga historia como uno de los muchos palacios privados predominantes en los barrios ricos de Buenos Aires entre 1880 y 1930. Construidas y diseñadas por arquitectos franceses, italianos, alemanes y belgas, estas residencias se decoraron con objetos y obras de arte europeos, que definieron el legado estético de la capital argentina.
En aquella época, a los palacios se los conocía principalmente por el nombre de sus dueños. El edificio que alberga este hotel contemporáneo hoy en día fue el lugar de nacimiento del político local Nicolás Rodríguez Peña, además de lugar de encuentro para numerosas reuniones secretas entre patriotas que dieron lugar a la Revolución de Mayo. Casi un siglo después, el arquitecto francés Luis Marin transformó la morada privada en un hotel de cuatro plantas con suelos de madera, escaleras de mármol, salones forrados con hermosos paneles de roble realizados a mano e incluso una buhardilla.
Actualmente, la construcción europea mezcla toques modernos en el espíritu del barrio de la Recoleta, con algunas sorpresas originales. Un antiguo ángel florentino de bronce es símbolo del pasado del edificio y testigo de su futuro, al igual que los huéspedes.